Hay multitud de tipos de piel y cada una de ellas necesita cuidados diferentes. La piel es el órgano más grande del cuerpo y cuando aparecen problemas, nos indican que algo no está bien.
Una piel sana, tiene buen aspecto, cumple su función protectora frente agentes externos y posibles infecciones, y se relaciona con el entorno de manera óptima.
Una piel sana:
Es lisa y suave, sin asperezas, ni zonas resecas e irregulares.
Su estructura es tensa y su textura tersa y compacta.
Está hidratada. Si se ve reseca o con apariencia escamosa, le falta hidratación.
Tiene una tonalidad uniforme. No sufre de hiperpigmentación, decoloraciones ni manchas.
Si sientes que tu piel está apagada, deshidratada o poco firme, sigue los siguientes consejos:
Limpia. La limpieza es un paso esencial en nuestra rutina de cuidado de la piel. Opta por limpiadores naturales y libres de sustancias que dañan la salud.
Tonifica. Las agua florales son una muy buena opción empleada en cosmética natural. Los hidrolatos de rosas, hamamelis, lavanda o manzanilla, pueden ayudarte a mejorar el aspecto de la piel, suavizándola, reequilibrando el pH y reduciendo el tamaño de los poros.
Hidrata. Asegúrate de beber suficiente agua durante el día y de que tu alimentación contenga una buena variedad de frutas y verduras que te aporten los nutrientes y vitaminas que tu piel necesita. A nivel tópico, aplica productos hidratantes ecológicos que ayuden a que tu cuerpo retenga la humedad. Puedes echar un vistazo a este:
Una piel sana no es solo una piel bonita, es una piel que se siente bien. Mímala solo con productos de origen natural que ayuden a mantener su nutrición e hidratación con ingredientes ecológicos.
Comentários